La sagaz princesapágina 14 / 19
Así que Picarilla se vio libre se apresuró a volver junto a sus hermanas. No paso mucho tiempo sin que nuevos pesares martirizasen el corazón de la joven. Las dos princesas dieron a luz un niño cada una, y dejo a la consideración de los lectores cual no sería el apuro de la pobre Picarilla en tan críticas circunstancias. Sacó sin embargo, fuerzas de flaqueza, y el deseo de ocultar la deshonra de sus hermanas, la hizo resolverse a arrostrar nuevos peligros. A fin de que el plan que había imaginado tuviese buen éxito, adopto cuantas medidas puede inspirar la mas exquisita prudencia: disfrazase de hombre, encerró los dos niños en dos cajas, en cuya tapadera hizo algunos agujeros para que pudiesen respirar, coloco las cajas sobre un caballo – confundidas con algunas de la misma forma – y provista de este equipaje, tomo el camino de la ciudad que servía de corte al rey Muy Benigno, y en la cual se hallaba Cauteloso.
Cuando Picarilla entro en la población, supo que la magnificencia con que el príncipe Perfectísimo retribuía los servicios médicos se aplicaban a su hermano, había atraído hacia la corte a casi todos los charlatanes de Europa, que no eran pocos; pues en la época de nuestra historia había gran numero de aventureros, sin oficio ni beneficio, que se hacían pasar por hombre sabios y aseguraban que poseían el secreto de curar todas las enfermedades. Aquella empírica falange cuya única ciencia consistía en engañar al próximo con el mayor descaro, encontraba siempre, gracias a su extraordinaria gravedad y a lo exótico de los nombres de sus individuos, crédulo que dieran fe a sus mentiras. Semejante clase de médicos no permanecen nunca en el ligar donde vieron la luz, son que emigran a países lejanos, con lo que adquieren la cualidad de ser extranjeros que es para el vulgo una eficaz recomendación. Informada de todo esto la ingeniosa princesa, se bautizo a si misma con el nombre de Sanatio, e izo anunciar por todos los ámbitos de la población que acababa de llegar con maravillosos y eficacísimos secretos para curar las heridas mas peligrosas y enconadas. No se necesitaba tanto para que Perfectísimo enviase a buscar al pretendido Galeno. Picarilla acudió al llamamiento y gesticulando con gravedad y pronunciando algunas palabras de obscura significación, desempeño a las mil maravillas el papel de medico empírico. Agradablemente sorprendieron a la princesa el simpático rostro y los finos modales de Perfectísimo.