"Algo extraño sucede en la casa de la abuela de Caperucita Roja", pensó el cazador. El cazador tocó a la puerta, pero el lobo dormía tan profundamente que no se despertó. Al ver que nadie respondía, el cazador decidió abrir una ventana. Tan pronto como vio al lobo en la cama de la abuela, comprendió lo que había ocurrido. El cazador apuntó con su mosquete y le disparó al lobo. -¡Aquí tienes tu merecido, lobo feroz! -gritó el cazador. Para asegurarse de que el lobo estaba muerto, el cazador se acercó a ver si todavía le latía el corazón. Sorprendido, escuchó dos voces que pedían auxilio. El cazador se apresuró a rescatar a las víctimas. Por fortuna, Caperucita Roja y su abuela salieron sanas y salvas -¡Abuelita! -exclamó Caperucita Roja-. ¡Nunca había sentido tanto miedo! Nunca volveré a desatender las indicaciones de mamá. En agradecimiento por haberlas salvado, la abuelita invitó al cazador a comer con ellas las delicias que había traído su nieta en la cesta. Cuando llegó la hora de partir, el cazador acompañó a Caperucita Roja de regreso hasta su casa. -¡Qué bien, ya estás aquí! -exclamó la madre al ver a su hija-. ¿Cómo se siente la abuelita? -¡Mucho mejor, ahora! -dijo Caperucita Roja con alegría. .