Aurore y Aiméepágina 6 / 7
-Estoy encantada de sus sentimientos, -dijo la pastora-; pero Aurore volverá a ser bella de nuevo, pues tengo un agua que sanará su rostro.
Efectivamente, al cabo de tres días, el rostro de Aurore se le puso como antes; pero el príncipe le rogó que siguiera conservando el velo pues temía que su malvado hermano se la quitara si la deseaba.
Mientras tanto, Fourbin, que quería casarse, envió a numerosos pintores para que le trajeran los retratos de las jóvenes más bellas. Se quedó encantado con el de Aimée, la hermana de Aurore, y tras hacerla venir a la corte, se casó con ella. Aurore sintió gran inquietud cuando supo que su hermana era reina; ya no se atrevía a salir, pues sabía hasta qué punto era malvada su hermana y cuánto la odiaba.
Al cabo de un año, Aurore tuvo un hijo al que llamaron Beaujour, y al que amaba apasionadamente. Aquel pequeño príncipe, cuando empezó a hablar, mostró tanta inteligencia que hizo felices a sus padres. Un día que se encontraba ante la puerta con su madre, ésta se quedó dormida, y cuando se despertó, ya no encontró a su hijo. Lanzó grandes gritos y recorrió todo el bosque en su busca.
De nada le servía a la pastora recordarle que no sucede nada que no sea para nuestro bien, y tuvo todas las penas del mundo para consolarla; pero al día siguiente, tuvo que reconocer que la pastora tenía razón. Fourbin y su esposa, furiosos porque no tenían hijos, habían envidado a los soldados para matar a su sobrino; y al ver que no podían encontrarlo, pusieron a Ingénu, a su esposa y a la pastora en una barca y los lanzaron al mar, para que nadie pudiera oír hablar de ellos jamás. Esta vez, Aurore creyó que debía considerarse realmente muy desgraciada, pero la pastora le seguía repitiendo que Dios lo hace todo por nuestro bien. Como hacía muy buen tiempo, la barca navegó tranquilamente durante tres días y atracó en una ciudad de la costa. El rey de esta ciudad estaba inmerso en una guerra y los enemigos lo asediaron al día siguiente. Ingénu, que era muy valeroso, solicitó algunas tropas al rey; realizó numerosas expediciones y logró matar al enemigo que sitiaba la ciudad. Los soldados de éste, al perder a su jefe, huyeron y el rey asediado, que no tenía hijos, para mostrar su gratitud a Ingénu lo adoptó como hijo.