La Alondra Cantarina y Saltarinapágina 5 / 6
-Seguiré andando mientras el viento sople y el gallo cante hasta que le encuentre.
Y siguió andando y recorrió largos, largos caminos, hasta que finalmente llegó al palacio en el que ambos vivían juntos; allí oyó que pronto se iba a celebrar una fiesta en la que los dos iban a casarse. Pero ella dijo:
-¡Dios me ayudará aún!
Y cogió la cajita que le había dado el sol y dentro había un vestido tan reluciente como el propio sol. Lo sacó y se lo puso, y subió al palacio y todos se la quedaron mirando, hasta la propia novia; y le gustó tanto el vestido que pensó que podría ser su traje de novia y le preguntó si no se lo podría vender.
-No lo vendo ni por dinero ni por bienes -contestó-, pero sí por carne y por sangre.
La novia le preguntó qué quería decir con eso y ella entonces contestó:
-Déjame pasar una noche en la cámara donde duerme el novio.
La novia no quería, pero al mismo tiempo deseaba tener el vestido, así que finalmente accedió, pero el ayuda de cámara tuvo que darle de beber al príncipe un somnífero.
Cuando era ya de noche y el príncipe estaba durmiendo la condujeron a la cámara y entonces se sentó junto a la cama y dijo:
-Te he estado siguiendo siete años, he estado con el sol, la luna y los vientos preguntando por ti y te he ayudado a vencer al dragón, ¿es que vas a olvidarte de mí por completo?
Pero el príncipe estaba tan profundamente dormido que solamente le pareció como si el viento zumbara fuera entre los abetos.
Cuando amaneció la volvieron a sacar de allí y tuvo que entregar el vestido dorado; y como eso tampoco le había servido de nada, se puso muy triste, salió a un prado, se sentó y se echó a llorar.
Y mientras estaba allí sentada se acordó del huevo que le había dado la luna y lo cascó. ¡Oh! ¡De él salió una gallina clueca con doce pollitos enteramente de oro que se pusieron a corretear a su alrededor piando y luego se metieron de nuevo bajo las alas de su madre, que no se podía ver cosa más hermosa en el mundo entero! Ella entonces se puso de pie y los hizo corretear por el prado delante de ella hasta que la novia miró por la ventana y al ver a los animalitos le gustaron tanto que bajó inmediatamente y le preguntó si no se los podría vender.