Colás el chico y Colás el grandepágina 11 / 11
-¿Y por qué has vuelto a la tierra? -preguntó Colás el Grande-. Yo no lo habría hecho, si tan bien se estaba allá abajo.
-Sí -respondió el otro-, pero se me ocurrió una gran idea. Ya has oído lo que te dije: la doncella me reveló que una milla camino abajo -y por camino entendía el río, pues ellos no pueden salir a otro sitio- me aguardaba toda una manada de vacas. Pero yo sé muy bien que el río describe muchas curvas, ora aquí, ora allá; es el cuento de nunca acabar. En cambio, yendo por tierra se puede acortar el camino; me ahorro así casi media milla, y llego mucho antes al lugar donde está el ganado.
-¡Qué suerte tienes! -exclamó Colás el Grande-. ¿Piensas que me darían también ganado, si bajase al fondo del río?
-Seguro -respondió Colás el Chico-, pero yo no puedo llevarte en el saco hasta el puente, pesas demasiado. Si te conformas con ir allí a pie y luego meterte en el saco, te arrojaré al río con mucho gusto.
-Muchas gracias -asintió el otro-. Pero si cuando esté abajo no me dan nada, te zurraré de lo lindo; y no creas que hablo en broma.
-¡Bah! ¡No te lo tomes tan a pecho! -y se encaminaron los dos al río.
Cuando el ganado, que andaba sediento, vio el agua, echó a correr hacia ella para calmar la sed.
-¡Fíjate cómo se precipitan! -observó Colás el Chico-. Bien se ve que quieren volver al fondo.
-Sí, ayúdame -dijo el tonto-; de lo contrario, vas a llevar palo.
Y se metió en un gran saco que venía atravesado sobre el dorso de uno de los bueyes.
-Ponle dentro una piedra, no fuera caso que me quedase flotando -añadió.
-Perfectamente -dijo el Chico, e introduciendo en el saco una voluminosa piedra, lo ató fuertemente y, ¡pum!, Colás el Grande salió volando por los aires, y en un instante se hundió en el río.
«Me temo que no encuentres el ganado», dijo el otro Colás, emprendiendo el camino de casa con su manada.