El príncipe Fatal y el príncipe Fortunépágina 7 / 7
Fortuné obtuvo grandes victorias aunque él no combatió personalmente, porque tenía miedo de que lo mataran. Finalmente, sitió la capital de su enemigo y decidió darle asalto. La víspera de aquel día, le trajeron a Fatal atado con gruesas cadenas, pues un gran número de personas se habían puesto a buscarlo. Fortuné, encantado de poder vengarse, decidió, antes de dar el asalto, cortarle la cabeza a Fatal ante sus enemigos. Aquel mismo día ofreció un gran banquete a sus oficiales, porque celebraba su cumpleaños, justamente sus veinticinco años.
Los soldados que estaban dentro de la ciudad, al saber que Fatal había sido apresado y que dentro de una hora le cortarían la cabeza, decidieron perecer o salvarlo, pues recordaban el bien que les había hecho, mientras fue su general. Solicitaron permiso al rey para salir a combatir, y en aquella ocasión lograron la victoria. El don de Fortuné había llegado a su fin, y cuando quiso huir, lo mataron. Los soldados victoriosos corrieron a quitarle las cadenas a Fatal, y en aquel mismo instante, se vio aparecer por el cielo dos carrozas resplandecientes de luz. El hada iba en una de aquellas carrozas, y el padre y la madre de Fatal en la otra, pero dormidos. Sólo se despertaron en el momento en que las carrozas tocaron tierra y se sorprendieron mucho al verse rodeados por un ejército. El hada entonces, dirigiéndose a la reina y presentándole a Fatal, le dijo:
-Señora, reconoce en este héroe a tu primogénito; las desgracias que ha padecido han corregido los defectos de su carácter, que era violento e irascible. Fortuné, al contrario, que había nacido con buenas inclinaciones, ha sido absolutamente estropeado por los mimos, y Dios no ha permitido que viviera más tiempo, porque cada día se habría hecho más perverso. Acaba de morir; pero, para consolarlos de su muerte, sepan que estaba a punto de destronar a su padre, porque se aburría de no ser rey.
El rey y la reina quedaron muy sorprendidos y abrazaron de buen grado a Fatal, de quien habían oído hablar ventajosamente. La princesa Gracieuse y su padre conocieron con alegría la aventura de Fatal, que se casó con Gracieuse, con la que vivió mucho tiempo, siendo perfectamente felices y muy virtuosos.