Al poco rato acertó a pasar el sacristán, y, al ver al señor cura que seguía a las muchachas, sorprendido dijo: ¿Y pues, señor cura, adónde va tan de prisa? ¿Se ha olvidado de que hoy tenemos un bautizo? -y corriendo hacia él, lo cogió de la manga, quedando asimismo sujeto. Trotando así los cinco, topáronse con dos labradores que, con sus azadones al hombro, regresaban del campo. Llamólos el cura, pidiéndoles que lo desenganchasen, a él y al sacristán; pero no bien hubieron tocado los hombres a este último, ¡helos también aprisionados! Y ya eran siete los que corrían en pos de «El zoquete» y su oca. Poco después llegaron a una ciudad, cuyo rey era padre de una hija tan seria y adusta, que nadie, había logrado hacerla reír. Por eso el Rey había hecho pregonar que daría la mano de la princesa al hombre que fuese capaz de provocar su risa. Al enterarse de ello, «El zoquete», arrastrando todo su séquito, se presentó a la hija del Rey, y al ver ella aquella hilera de siete personas corriendo sin parar una tras otra, se echó a reír tan fuerte y tan a gusto, que no podía cesar en sus carcajadas. Entonces «El zoquete» la pidió por esposa. Pero el Rey, al que no gustaba aquel yerno, opuso toda clase de objeciones, y, al fin, le dijo que antes debía traerle a un hombre capaz de beberse todo el vino que cabía en la bodega de palacio. Pensó el joven en su hombrecillo del bosque y fue a pedirle ayuda. Y he aquí que en el mismo lugar donde cortara el árbol vio sentado a un individuo en cuyo rostro se pintaba la aflicción. Preguntóle «El zoquete» el motivo de su pesar, y el otro le contestó: Sufro de una sed terrible, que no puedo calmar de ningún modo. No puedo con el agua fría, y aunque me he bebido todo un tonel de vino, ¿qué es una gota sobre una piedra ardiente? Yo puedo remediar esto -díjole el joven-. Vente conmigo y te prometo que beberás hasta reventar. Y así diciendo, lo condujo a la bodega real, donde el hombre la emprendió, bebe que te bebe, con las voluminosas cubas, hasta que ya le dolían las caderas, y antes de que se hubiese terminado el día, había vaciado toda la bodega.