La Chusmapágina 1 / 2
Cuento infantil por los Hermanos GRIMM
Había una vez un gallito que le dijo a la gallinita:
-Las nueces están maduras. Vayamos juntos a la montaña y démonos un buen festín antes de que la ardilla se las lleve todas.
-Sí -dijo la gallinita-, vamos a darnos ese gusto.
Se fueron los dos juntos y, como el día era claro, se quedaron hasta por la tarde. Yo no sé muy bien si fue por lo mucho que habían comido o porque se volvieron muy arrogantes, pero el caso es que no quisieron regresar a casa andando y el gallito tuvo que construir un pequeño coche con cáscaras de nuez. Cuando estuvo terminado, la gallinita se montó y le dijo al gallito:
-Anda, ya puedes engancharte al tiro.
-¡No! -dijo el gallito-. ¡Vaya, lo que me faltaba! ¡Prefiero irme a casa andando antes que dejarme enganchar al tiro! ¡Eso no era lo acordado! Yo lo que quiero es hacer de cochero y sentarme en el pescante, pero tirar yo... ¡Eso sí que no lo haré!
Mientras así discutían, llegó un pato graznando:
-¡Eh, ustedes, ladrones! ¡Quién los ha mandado venir a mi montaña de las nueces? ¡Lo van a pagar caro!
Dicho esto, se abalanzó sobre el gallito. Pero el gallito tampoco perdió el tiempo y arremetió contra el pato y luego le clavó el espolón con tanta fuerza que éste le suplicó clemencia y, como castigo, accedió a dejarse enganchar al tiro del coche. El gallito se sentó en el pescante e hizo de cochero, y partieron al galope.
-¡Pato, corre todo lo que puedas!
Cuando habían recorrido un trecho del camino se encontraron a dos caminantes: un alfiler y una aguja de coser. Los dos caminantes les echaron el alto y les dijeron que pronto sería completamente de noche, por lo que ya no podrían dar ni un paso más, que, además, el camino estaba muy sucio y que si podían montarse un rato; habían estado a la puerta de la taberna del sastre y tomando cerveza se les había hecho demasiado tarde. El gallito, como era gente flaca que no ocupaba mucho sitio, los dejó montar, pero tuvieron que prometerle que no lo pisarían.