Hacía frío y no tenía hueco para moverme, había realizado ese viaje por entusiasmo y aventura, pero no sabía si había hecho bien, habitar durante dos semanas en un planeta solo de hielo me daba escalofríos, pero debía aguantar para hacer las fotografías y que me ascendieran.
Estaba todo húmedo y hacía mucho frío cuando llegué a aquel lugar, aunque la recompensa era buenísima y había merecido la pena hacer ese viaje.
Hice una foto de un bloque de hielo de 20 metros de altura, otra de una escultura en forma de barca, y la última foto que hice, era exótica, quiero decir, como de otro mundo. No me entretuve y volví a la nave, pero antes de subir el ultimo escalón, algo me llamo la atención, un ser verrugoso se acercó a mi, me cogió la mano y juntó sus dedos con los míos, y eso que no le conocía, luego se dio la vuelta y se fue, pero antes de que desapareciera de mi vista , fui corriendo y le abracé, el ser verrugoso me sonrió y me dijo adiós, luego volví a la nave y cuando llegué a casa, me hice una promesa, que era que nunca olvidaría a ese ser.