El urutau
Había una vez una joven tan amiga de divertirse, que todo lo olvidaba por una hora de entretenimiento. Un día, mientras bailaba en una gran fiesta de la comarca, le avisaron que su madre estaba muy enferma y mandaba por ella. La muchacha se sobresaltó con la noticia, pero, como estaba acostumbrada a no privarse de ninguna diversión, el gusto pudo mas que su deber de hija, y se quedó hasta el fin. Cuando volvió a su casa, la madre había muerto. La muchacha la lloró a todas horas sin consuelo, y la Providencia castigó su culpa convirtiéndola en una ave de aspecto raro y siniestro: es el urutaú -Nictibus griseus- que huye de toda presencia y vaga solitario. En la obscuridad de la noche, y en el silencio de la selva, llora y llorará siempre con su grito extraño y lastimero.