Dos muchachas lavaban ropa en un río. En las piedras lisas de la orilla refregaban y tundían las piezas. Sobre la corriente clara blanqueaba la espuma del jabón casero. Dos caminantes, al parecer rendidos de cansancio, se acercaron y les pidieron agua para beber. Las muchachas desalmadas, en vez de agua les dieron espuma de jabón. Los hombres bebieron, y al devolverles las vasijas, uno de ellos les dijo: Que vuestros actos palabras sean como la espuma. Las muchachas no comprendieron aquella sentencia, y festejaron animadamente su broma maligna. Cuando terminaron la tarea, una dijo a la otra, en guaraní, su lengua familiar: -¡Yajá! -Vamos en guaraní- y en el acto se transformaron en aves y salieron volando. Los viajeros eran Jesús y San Pedro que recorrían el mundo para probar la caridad de los hombres, y que así las castigaban. Esas es la causa por la que el chajá suele volar en pareja, anda con nerviosidad exagerada y alarma constantemente con sus gritos, que repiten aquella invitación al regreso: ¡Yajá!, ¿Yajá! Los paisanos dicen que hasta en su cuerpo enjuto, cubierto por plumaje abundante, se ha cumplido el designio de los Santos, y que es exacto el dicho popular que reza: "pura espuma, como el chajá".