Aurore y Aiméepágina 3 / 7
-Pero, mi buena madre, -dijo Aurore- una no puede estar sola, el día se hace largo como un año cuando no se tiene compañía.
-Perdón, mi querida hija -contestó la pastora-; yo estoy sola aquí pero los años me parecen cortos como días; si quiere, yo le enseñaré el secreto para no aburrirse jamás.
-Me parece muy bien -dijo Aurore; -ordéneme cuanto considere oportuno, yo estoy dispuesta a obedecer.
La pastora, aprovechando la buena disposición de Aurore, le escribió en un papel todo lo que debía hacer. La jornada estaba dividida entre la oración, la lectura, el trabajo y el paseo. En aquel bosque no había reloj, y Aurore no sabía qué hora era, pero la pastora conocía la hora por la posición del sol; ésta le dijo a Aurore que fuera a almorzar.
-Madre, -le dijo la bella joven a la pastora- almuerza usted muy temprano, hace poco que nos levantamos.
-Son las dos -contestó la pastora sonriendo-, y estamos levantadas desde las cinco; pero, hija, cuando una lo ocupa provechosamente, el tiempo pasa rápido; y no se aburre jamás.
Encantada de no sentir ya aburrimiento, Aurore se aplicó de todo corazón a la lectura y al trabajo; y se encontraba mil veces más feliz en medio de sus ocupaciones campesinas que en la ciudad.
-Veo bien -le decía a la pastora- que Dios lo hace todo por nuestro bien. Si mi madre no hubiera sido injusta y cruel conmigo, yo habría permanecido en la ignorancia, y la vanidad, la ociosidad, el deseo de agradar me habrían hecho malvada y desgraciada.
Hacía un año que Aurore estaba en casa de la pastora, cuando el hermano del rey fue a cazar al bosque en el que ella guardaba sus ovejas. Se llamaba Ingénu, y era el mejor príncipe del mundo; pero el rey, su hermano, que se llamaba Fourbin, no se le parecía pues sólo encontraba placer en engañar a sus vecinos y maltratar a sus súbditos. Ingénu quedó hechizado por la belleza de Aurore, y le dijo que se consideraría muy dichoso si aceptaba casarse con él. Aurore lo encontraba muy amable; pero sabía que una chica juiciosa no escucha a los hombres que le hacen semejantes ofertas.