Aurore y Aiméepágina 2 / 7
Aurore aceptó la propuesta. Al día siguiente, la pastora le dijo:
-Voy a darle un pequeño rebaño para que lo cuide; pero temo que se aburra, mi querida hija, así que coja una rueca y póngase a hilar, eso la entretendrá.
-Madre, -respondió Aurore- yo soy una chica de buena familia, por lo tanto no sé trabajar.
-Entonces coja un libro, -le dijo la pastora.
-No me gusta la lectura, -le contestó Aurore ruborizándose.
Y es que se sentía avergonzada de confesarle al hada que no sabía leer como es debido. Pero no tuvo más remedio que confesar la verdad; le dijo a la pastora que cuando era pequeña no había querido aprender a leer y que cuando se hizo mayor no había tenido tiempo.
-Entonces tenía muchas cosas que hacer -dijo la pastora.
-Sí, madre, -contestó Aurore-. Todas las mañanas iba a pasear con mis amigas; después del almuerzo me peinaba; por la tarde asistía a reuniones, iba a la ópera, al teatro, y por la noche al baile.
-Sí, realmente tenía muchas ocupaciones, -dijo la pastora- y sin duda no se aburría.
-Le pido perdón, madre, -contestó Aurore-. Cuando estaba un cuarto de hora sola, lo que me ocurría a veces, me aburría soberanamente; pero cuando íbamos al campo era aún peor y pasaba el día peinándome y despeinándome para distraerme.
Entonces, ¿no se sentía feliz en el campo? -dijo la pastora.
-Tampoco lo era en la ciudad, -contestó Aurore-. Si jugaba, perdía mi dinero; si estaba en una reunión, veía a mis compañeras mejor vestidas que yo y eso me disgustaba mucho; si iba al baile, sólo me preocupaba de buscarle defectos a las que bailaban mejor que yo; en fin, que no he pasado ni un solo día sin tener disgustos.
-No se queje, pues, a la Providencia -le dijo la pastora-; al traerla a esta soledad, le ha quitado más disgustos que placeres; pero eso no es todo. En el futuro habría sido más desgraciada aún, pues no se es siempre joven: el tiempo del baile y del teatro pasa; cuando una envejece y quiere seguir asistiendo a las reuniones, los más jóvenes se burlan; además ya no puede bailar, ya no se atreve a peinarse, por lo tanto se aburre absolutamente y es muy desgraciada.