- ¿Cómo los has dejado escapar? - Pero, señor, si yo no los he visto huir...
- ¿Cómo sabes, entonces, que se han escapado? - clamó el sultán.
- Porque un marinero los vio, y vino a traerme la noticia, pero yo estaba acostado y mientras me vestía...
- ¡Oh, oh, oh! ¡Te costará la cabeza haberte acostado tan a destiempo! ¡Guardias! ¡Guardias! El edecán, al verse en peligro, desenvainó su alfanje y de un solo tajo rebanó la cabeza del tirano.Cuando entraron los guardias vieron el cadáver del sultán y en vez de abalanzarse sobre su asesino prorrumpieron en gritos de júbilo, saliendo enseguida a dar la gratísima noticia al gran visir, que hizo salir por toda Constantinopla la banda de trompetas, con un heraldo al frente, para hacer pública la muerte del Gran Turco.
El pueblo, al enterarse de que la causa de la muerte de su tirano había sido indirectamente el médico cristiano, formó una gran manifestación de alegría, dando vivas al médico y al príncipe. Un marinero llevó a palacio la noticia de que el barco en que se habían fugado Andana y la circasiana había embarrancado cerca de la costa. Inmediatamente dio el heraldo la noticia al pueblo, formándose otra manifestación, con dos carros triunfales para recoger a los náufragos y pasearlos por las calles y plazas de la ciudad. Cuando llegaron al barco se enteraron de que el médico no había huido con ellos, en vista de lo cual fueron a su casa y derribaron las puertas de la habitación. El pobre médico, oyendo el tumulto, se hincó de rodillas y encomendó su alma a Dios, suplicándole que le concediera una muerte rápida y sin sufrimientos. Cuál no sería su alegría cuando vio entrar al príncipe y a la circasiana, seguidos de los más altos dignatarios de la corte, que daban vivas y más vivas al médico y al príncipe. En triunfal procesión fueron conducidos todos a palacio, donde el nuevo gobierno les obsequió con un suculento banquete y luego les regaló un barco cargado de oro. Embarcaron acto seguido nuestros héroes, llegando al cabo de pocas semanas al país del príncipe. El rey Perico y la reina Mari-Castaña organizaron grandes fiestas para presentar la nueva princesa a la corte y poco más tarde se casaron Andana y la hermosa circasiana. Esta ayudó en lo sucesivo a su desmemoriado esposo a recordar todo lo que olvidaba. En cuanto al médico, recibió un magnífico empleo en palacio y todos vivieron felices hasta que se murieron. Y colorín colorado...