La reina y la campesinapágina 3 / 4
Tuvo hijos, en todo el tiempo que estaba en cinta, nunca se apartaba de su lado un médico encargado de examinar la comida, que precisamente le vedaba comer de todo lo que mas le apetecia.
Dábanle el caldo sin sal, no le permitian pasear cuando más ganas tenia de paseo; en una palabra desde que se levantaba hasta que se acostaba se veia contrariada da en todos sus gustos. Dieron á sus hijos ayos que los educaran, y á pesar de conocer que les educaban mal, no tenia mas remedio que aguantarse y callar. La pobre Blanca, consumida de pena, se quedó tan delgada y macilenta, que á todo el mundo daba lástima.
En los tres años que llevaba de reina no habia tenido el gusto de ver á su hermana; pero al sentirse presa de la más negra melancolía, determinó pasar una temporada en el campo para distraerse.
Pidió permiso al rey, que por cierto no hizo un gran sacrificio en otorgárselo, pues le venía de perlas el librarse por algun tiempo de la pejiguera de la mujer.
A la caida de la tarde llegó Blanca á la granja de Colorada, y vió desde léjos un enjambre de pastores y pastoras que delante la puerta se estaban solazando y bailaban con mucha bulla y algazara.
—¡Ay! exclamó la reina, despidiendo un suspiro. ¿Dónde habeis ido, oh tiempos felices, en que yo me alegraba y divertia como esas pobres gentes?
Semejante reflexion no tenia vuelta de hoja.
Desde el momento que vió Colorada á su hermana, precipitóse corriendo á sus brazos. Resplandecia en su rostro tan dulce satisfaccion y tan dichosa calma, que Blanca no pudo ménos de llorar amargamente al considerar su propia suerte. Vió á su hermana rodeada de hermosos hijos, pues se habia casado, de criados que la idolatraban y bendecian, de amigos fieles y sencillos; al paso que ella en la córte estaba cercada de envidiosos y traidores.
—¡Ay de mi! exclamó la reina. ¡Lindo regalo me hizo á fe mia la buena de la Hada con otorgarme una corona! ¡Cuán cierto es que no en magníficos palacios, sino en las inocentes ocupaciones de la vida campestre tiene su asiento y morada la alegria!