El Yesqueropágina 3 / 7
Tiró todas las monedas de plata que llevaba encima, las reemplazó por otras de oro, y se llenó los bolsillos, la mochila, la gorra y las botas de tal modo que apenas podía moverse. ¡No era poco rico, ahora! Volvió a poner al perro sobre la caja, cerró la puerta y, por el hueco del tronco, gritó
-¡Súbeme ya, vieja bruja!
-¿Tienes el yesquero? -preguntó la mujer.
-¡Caramba! -exclamó el soldado-, ¡pues lo había olvidado! Y fue a buscar la bolsita, con la yesca y el pedernal dentro. La vieja lo sacó del árbol, y nuestro hombre se encontró de nuevo en el camino, con los bolsillos, las botas, la mochila y la gorra repletos de oro.
-¿Para qué quieres el yesquero? -preguntó el soldado.
-¡Eso no te importa! -replicó la bruja-. Ya tienes tu dinero; ahora dame la bolsita.
-¿Conque sí, eh? -exclamó el mozo-. ¡Me dices enseguida para qué quieres el yesquero, o desenvaino el sable y te corto la cabeza!
-¡No! -insistió la mujer.
Y el soldado le cercenó la cabeza y dejó en el suelo el cadáver de la bruja. Puso todo el dinero en su delantal, se lo colgó de la espalda como un hato, guardó también el yesquero y se encaminó directamente a la ciudad.
Era una población magnífica, y nuestro hombre entró en la mejor de sus posadas y pidió la mejor habitación y sus platos preferidos, pues ya era rico con tanto dinero.
Al criado que recibió orden de limpiarle las botas se le ocurrió que eran muy viejas para tan rico caballero; pero es que no se había comprado aún unas nuevas. Al día siguiente adquirió unas botas como Dios manda y vestidos elegantes.
Y ahí tienen al soldado convertido en un gran señor. Le contaron todas las magnificencias que contenía la ciudad, y le hablaron del Rey y de lo preciosa que era la princesa, su hija.
-¿Dónde se puede ver? -preguntó el soldado.
-No hay medio de verla -le respondieron-. Vive en un gran palacio de cobre, rodeado de muchas murallas y torres. Nadie, excepto el Rey, puede entrar y salir, pues existe la profecía de que la princesa se casará con un simple soldado, y el Monarca no quiere pasar por ello.