sábado 06 de diciembre de 2014 a las 10h04 de la noche
Fea
Los primeros rayos de luz de la mañana se filtraron a través de la rendija de la ventana, proyectando una delgada línea color naranja que, al hacer contacto con la cabeza de Roy, logró confundirse con su desaliñada cabellera del mismo radiante color. El resplandor avanzó pocos centímetros y al llegar a los párpados de Roy, el brillo le obligó a entreabrir sus ojos. Roy sujetó la almohada y la llevó por instinto directo hacia su cara, tratando de impedir que la luz cumpliera su cometido, definitivamente quería dormir más pero al mismo tiempo sabía que era momento de despertar. Así pues, Roy tomó la almohada con sus dos manos, la alejó suavemente de su frente, se levantó a recorrer la cortina de su ventana y la luz cubrió con su hermosa presencia toda la recámara, Roy entonces abrió de par en par sus grandes ojos y recibió el nuevo día con una sonrisa de oreja a oreja.
El amanecer de ese naciente sábado venía acompañado por una motivación especial, Roy y su amigo Juan habían planeado pasar un día de campamento en el bosque. Roy llevaba los artículos básicos en su mochila: una lámpara, una brújula, una cuerda, un impermeable, una gorra, lentes de sol y un cambio de ropa, del resto se haría cargo el señor Gómez -el papá de Juan- con quien compartirían la tan esperada aventura al internarse en los dominios de la madre naturaleza.
Durante las horas transcurridas dentro de la camioneta del señor Gómez, las muestras de emoción no se hicieron esperar, risas, canciones y juegos amenizaron el recorrido. Al internarse en el sendero que los dirigiría al lugar de campamento, los ojos de Roy se desbordaron de alegría al ver la imagen de miles de árboles que se extendían hasta donde se perdía el horizonte, como un inmenso océano de color verde.
Roy dio los primeros pasos en el bosque, se inclinó para tomar un puño de tierra, la acarició mientras ésta escurría entre sus dedos y se detuvo para dar un gran respiro. Hizo volar su imaginación cuando al levantar la mirada escuchó como la brisa provocaba en las hojas de los fresnos una especie de silbido, parecido al canto de una antigua melodía. Notó que los pinos bailaban perfectamente sincronizados por un viento orquestador que los mecía, proyectando una belleza artística en cada una de sus coreografías.
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sábado 06 de diciembre de 2014 a las 10h04 de la noche
Fea