Como continuaba de rodillas le preguntó el cura lo que hacía.
-¡Oh! padre mío -respondió-, mire lo que me ha dicho el niño Jesús. He visto tu buena voluntad y es suficiente. El domingo próximo vendrás conmigo al festín celestial.
El sacerdote pensó que le ordenaba Dios dar la comunión al pobre niño y lo preparó para aquel gran día. El niño asistió el domingo a los oficios divinos, pero en el momento de la comunión lo llamó Dios al Paraíso y lo sentó a su lado en el festín celestial.